“Es, por tanto, una de las necesidades de nuestro tiempo vigilar y trabajar con todo esfuerzo para que el cinematógrafo no siga siendo escuela de corrupción, sino que se transforme en un precioso instrumento de educación y de elevación de la humanidad”

S.S. Pío XI



“Que el cine sea ordenado a la gloria de Dios y a la salvación de las almas, y sirva eficazmente para la extensión del Reino de Cristo sobre la Tierra”.

S. S. Pío XII

miércoles, 2 de septiembre de 2009

IMAGENES

Don Camilo

“En las páginas de Guareschi encontramos no sólo la descripción de un modo de vida sencillo y humano que se ha ido, definitivamente al parecer, en beneficio de la artificiosidad asfixiante de las grandes urbes, sino un conocimiento profundo del corazón del hombre y una aproximación real, y no sólo discursiva, a los rincones más nobles del alma, ocultos bajo la niebla persistente de nuestras miserias. Quizá el gran triunfo de Guareschi sobre el comunismo ha consistido en demostrar, por medio de esa ausencia total de odio auténtico entre Peppone y Don Camilo, que el marxismo no es sino un cáncer para la sociedad, y necesita pudrir todas y cada una de las células de ésta para conseguir que reine entre los hombres el rencor, la ira y el resentimiento mutuo, y que en la medida en que subsistan en ella cualesquiera restos de principios o valores elevados (es decir, siempre) su triunfo es sólo aparente”.
(Carmelo López-Arias Montenegro, Las tribulaciones de Don Camilo, en revista Roma Aeterna nº 123, Marzo 1993).

Una traslación muy fiel –pero parcial- de la obra de Guareschi se favorece no sólo por la herencia viva de una tradición que el mismo Guareschi supervisa, sino por la estupenda encarnadura conseguida en Fernandel y Gino Cervi. Una aproximación al pequeño mundo de Don Camilo, que se completa en honduras metafísicas no aptas ya para pantallas ni espectadores abúlicos, en una obra extensa y perdurable del pensador y humorista italiano:

“No, Señor. Sólo quiero decir que hoy la gente cree sólo en lo que ve y toca. Pero hay cosas esenciales que no se ven ni se tocan: amor, bondad, piedad, honestidad, pudor, esperanza. Y fe. Cosas sin las cuales no se puede vivir. Esta es la autodestrucción a que me refiero. Me parece que el hombre está destruyendo todo su patrimonio espiritual, la Unica riqueza verdadera que había acumulado en miles de años. Un día no lejano se encontrará como el salvaje de las cavernas. Las cavernas serán altos rascacielos llenos de maravillosas máquinas, pero el espíritu del hombre será el del salvaje de las cavernas”.
(Giovanni Guareschi, “Don Camilo y los jóvenes de hoy”, cit. por C. López-Arias Montenegro, Ob. cit.)